En los setenta, Barcelona vivió una explosión libertaria cuyos ecos se replicaron en gran parte de España. Una parte de la generación más joven supo cultivarse y crear sin reglas ni mandatos: las consignas, si existían, las arrastraba la brisa hasta el camión de la basura. Como en una coreografía acelerada y delirante, Pepe Ribas (fundador de la mítica revista Ajoblanco) evoca aquella efervescencia libertaria que se desarrollaba sobre un confuso trasfondo social de ilusión y miedo. Gran parte de su legado ha permeado hasta nuestros días a través del ecologismo, el feminismo, la liberación sexual y la cultura libre e independiente.