Desorientado lector, que has recorrido tierras y lugares que nunca hiciste tuyos, pasa libremente el umbral de este edificio que tiene algo de santuario y algo de morada. Aquí el espacio tiene estancias y distancias, pero no límites. Mas no estás solo: una guía, desde el comienzo, con el laurel de Apolo en una mano, símbolo de la luz, de la música y las artes, de la ciencia oracular, del fuego sagrado y la palabra, te invita a seguir la estela de historias, de vidas y de seres que quieren conocerte y compartir contigo su drama, su ventura y su infortunio. Explora las estancias. No estás perdido. Todos los pórticos, pasillos y pasajes te conducen al centro, al punto inmóvil, donde las pasiones se resuelven y el amor se cumple. ¿Es un árbol, es un monte, es el eje del mundo?