La huida del campo a la ciudad tuvo su origen en el desprecio que el campesino sentía hacia su vida en el campo. Era aquel un mundo cerrado y circular, que giraba siguiendo el ritmo de las estaciones. En realidad huyeron de esa fatalidad y del abandono. Creían que era mejor estar sometidos a un amo que ser esclavos de la tierra. Muchos se arrepintieron después, pero ya no había remedio.