Este libro recoge una serie de conversaciones que mantuvo Eduardo Chillida con diversos interlocutores en los últimos años de su vida, y que hoy se leen como una suerte de testamento vital, artístico y espiritual en el que artista habla sobre asuntos como la fuerza creativa, el amor por la tierra o la relación con la familia o la inspiración. Los conversadores, con los que comparte jugosas experiencias, son el cineasta Gonzalo Suárez, el experto en arte Kosme de Barañano, el filósofo Víctor Gómez Pin, el director emérito del Guggenheim de Nueva York Thomas Messer, el periodista Roberto Herrero, el neurocirujano Alberto Portera y el jesuita y criminólogo Antonio Beristain, junto a colaboradores como Hans Spinner o José Antonio Fernández Ordóñez, y familiares como su mujer, Pilar Belzunce, su yerno, el escritor Eduardo Iglesias, o su hija, Susana Chillida, impulsora de estas conversaciones