El rencor se instala en el corazón del joven Ginés cuando es obligado a sustituir a su padre enfermo recogiendo alcaparras en un cortijo almeriense. Las humillaciones del patrón destruirán su inocencia y harán crecer en él un odio de consecuencias dramáticas «Si un hombre se deja avasallar cava su propia tumba. Lo pensé siendo niño y lo pensaba ahora que la vida me pasaba por encima a base de golpes. Si todo para mí era desbarajuste, qué más me daba dar con los huesos en la cárcel. Porque yo sabía que cuando un hombre ahonda en su ira, la furia se apodera de él. Y yo cargaba a cuestas con la soga, la furia y la ira.»