Desde el encierro, Nadia elige contar la historia de su venganza personal contra la impunidad de los genocidas de la última dictadura cívico-militar argentina, aunque esto signifique incluso, castigarse a sí misma.
Nadia habla la lengua de la derrota como una nativa. Habla hasta dejar seca la garganta, la enjuaga con la última saliva para descubrir, después de todo, que algunas victorias sólo pueden ser degustadas por paladares heridos.
Raquel Robles, una de las fundadoras de H.I.J.O.S, trasciende con esta novela los límites del lenguaje generando una ficción inesperada sobre el meollo de la lucha que animó su vida, en la que dialogan política y literatura.