La «novela» es algo acabado, es decir, muerto. Estoy intentando, como Klee, crear algo que tenga vida propia, que me pueda poner verdaderamente en peligro, un peligro del que me hago cargo de forma voluntaria. Mis reflexiones se orientan al crimen, increíbles viajes de exploración, la expresión como un acto extremo, algún exceso de sentimiento o un comportamiento que hará añicos el patrón humano. [
] Esta novela es el guion para acciones futuras en el mundo real. Yonqui, Queer, Ayahuasca, reconstruían mi pasado. La presente novela es una tentativa de crear mi futuro. En cierto sentido es una guía de viaje, un mapa.
William S. Burroughs
Este libro tiene el propósito de retratar la evolución de Burroughs hasta alcanzar su estilo maduro. Leyendo estos textos se pone de manifiesto la transformación completa del estilo directo de las dos primeras novelas en una regurgitación maniaca, surrealista, voluntariosamente repugnante y violentamente purgativa de imágenes en apariencia azarosas. En estos cuatro años cruciales, 1954-57, Burroughs se transformó en escritor internándose en territorio literario inexplorado. El tono deliberadamente excesivo sirve como exorcismo de cuatro décadas vividas en opresivo condicionamiento sexual y social y de su experiencia en primera persona de la inagotable fealdad e ignorancia de la humanidad. Sólo al prescindir de cualquier concepto de «mal gusto» o represión pudo liberar el instrumento de su escritura para explorar los paisajes de la Tierra y del Espacio en la obra que escribió lo largo de los siguientes treinta años. Leyendo Interzona presenciamos su comienzo.
James Grauerholz