La represión que la dictadura franquista ejerció sobre las mujeres produjo numerosos infiernos a los que nunca conseguiremos descender. Las páginas que comprenden este libro pretenden abordar uno de estos múltiples infiernos que vivieron las mujeres represaliadas por los vencedores de la guerra, el de los tribunales militares. Durante décadas, el castigo de los consejos de guerra se ha considerado cosa de hombres, juicios en los que el condenado usual era varón y en los que las víctimas por excelencia de esta violencia eran las masculinas. Por ello, en este libro se ha puesto el foco en el género, con el objetivo de destacar cuántas mujeres sufrieron esta represión violencia, pero, sobre todo, de incidir en las especificidades y al trato diferenciador que sufrieron por parte de los tribunales militares franquistas. Porque en estos procesos, además de castigar su politización, se estaba sancionando la revolución de género que vivieron las mujeres en 1936 y asegurando la ya marcada desigualdad en la que vivían. A su vez, se estaban delimitando y asentando los parámetros sobre la imagen de la buena mujer que impuso la dictadura, la señalada por la Iglesia católica. De esta forma, también se estaba definiendo a las otras mujeres, las que no se ajustaban a este modelo, las descarriadas, tanto desde el punto de vista político como moral, en definitiva, las rojas. Las mujeres que pasaron por estos procesos fueron juzgadas como malas mujeres, equiparadas con las caídas, las prostitutas, y sufrieron un castigo específico y ejemplarizante por parte de un régimen que las consideró como mujeres de instintos perversos, tal y como indica el título de este libro.