El cuidado es un pilar esencial de la civilización, pero no de los intereses de la política. El cuidado ha sido menospreciado y relegado a la esfera privada, y ha quedado en manos de las mujeres y otros grupos marginalizados.
En ¿Quién lo cuida?, Tronto explora la «crisis de cuidado» en las sociedades industriales, y observa que el mercado libre convierte el cuidado, y las personas que lo dan y lo reciben, en sujeto de explotación. A través del análisis socioeconómico del cuidado, cuestiona el mantra de su mercantilización, e insta a que repensemos quién es responsable del cuidado y a que reconozcamos el papel fundamental de las instituciones para garantizar que lo reciba quien lo necesite. Tronto recomienda que el trabajo de cuidado sea considerado una responsabilidad gubernamental para que sea más valorado, más seguro y más democrático.