En el verano de 1992, dos bombas segaron la vida de tres magistrados ùGiovanni Falcone, su mujer Francesca Morvillo y Paolo Borsellinoù y los ocho jóvenes que los escoltaban. La mafiasiciliana asestaba su golpe más letal, pero sus víctimas dejaban un imborrable legado de heroísmo cívico en un país acostumbrado al terrory la omertá.Giuseppe Ayala, amigo íntimo de Falcone y Borsellino, es uno de los pocos supervivientes de aquellos años sangrientos. Representó a la Fiscalía en el primer maxiproceso contra los capos de Cosa Nostra, interrogando a los «arrepentidos» que revelaron por primera vez los ritos, las reglas y la estructura de unaorganización hermética. En estas memorias, Ayala relata la gesta que protagonizó junto a un puñado de policías, jueces y abogados que, sin perder la alegría ni el sentido del humor, sacrificaron su vida para poner fin a décadas de impunidad. Un empeño que no siempre tuvo recompensa, pues pronto se verían envueltos en turbios juegos de podery descubrirían los oscuros vínculos entre política, negocios y crimen organizado.Quien tiene miedo muere a diario es la