Nadie escapa a la mirada de Luis García Berlanga. Ese retrato agridulce, irónico y mordaz de la sociedad en una España dividida a la que redimió en sus obras con cierta ternura y en la que todos nos reconocemos. Sin embargo, es la faceta como erotómano y fetichista del zapato de tacón la que aquí nos ocupa. Más allá del anárquico e irreverente papel que jugó en su vida pública, existió un Berlanga esclavo de su propia subversión que trascendió su obra. El erotismo en la vida y obra de Luis Berlanga ocupa un lugar fundamental, casi como un trofeo personal que pocos se atreven a tocar. Más allá del tratamiento cómico que le dio en su filmografía una debilidad casi infantil por la que se le bautizó como «el erotómano santón», se gestó un erudito en el arte de la concupiscencia y el fetichismo. Un teórico que disfrutó con la narración de la indecencia, compiló una biblioteca voluptuosa sobre el tema, puso en marcha su propia colección erótica (La sonrisa vertical) y dejó sus muchas idealizaciones en diversos programas, escritos y crónicas. Tamaño natural. El erotismo berlanguiano transita por el lado más profano de uno de los cineastas más santificados del cine español. Todo ello de mano de la escritora, Guillermina Royo-Villanova, quien desde el primer momento se interesara por el estudio de la libídine de su suegro, el oscuro objeto de deseo de este fascinante ensayo.
Guillermina Royo-Villanova (Madrid, 1975). Escritora y pintora. Combate la farsa y el encorsetamiento utilizando el humor como herramienta subversiva. Sus textos tratan la vida en toda la extensión de su salvaje belleza y ve en la catástrofe un motivo de conquista, sintiendo en la adversidad un motor suficiente. Como activista organiza eventos culturales e imparte conferencias. Ha colaborado en diferentes publicaciones como La Razón, El Mundo, Yo Dona, Culturamas, El Cotidiano, El Imparcial o El Estado Mental Radio. Ha publicado humor y poesía con diferentes editoriales como el poemario dedicado a Jorge Berlanga Sujeta y predicado. La idea de este ensayo surge en 2012, tras colaborar con el Instituto Cervantes de Nueva York en una mesa redonda en torno al erotismo y fetichismo berlanguiano. «Como expresión fetichista para celebrar a mi suegro Luis, me planté allí sobre unos vertiginosos zapatos de tacón. Siempre he admirado la berlanguiana habilidad para conciliar lo festivo y lo trágico, su afinada mirada a la España de la posguerra y su humor negro. Coincidíamos en ese aspecto de desdramatizar e ironizar la tragicomedia de la vida, pero sobre todo, compartíamos pasiones como el fetichismo y la poesía, querencias muy cercanas, porque si el erotismo es metáfora de la sexualidad, poesía es la erotización del lenguaje».