Esta novela narra, en primera persona, el día a día de una mujer ya no tan joven que vive con su abuela y que trabaja de teleoperadora. Esta voz narrativa es rebelde y macarra, irónica e impredecible. No cumple ninguna de las expectativas que la sociedad patriarcal impone sobre la mujer. Pero la voz narrativa se rebela contra esa marginalidad y no pretende dar pena ni apelar a la empatía.