Lucas es un joven curioso, intrépido y algo decidido, aunque quizá él todavía no lo sepa. Está a punto de vivir el verano que lo marcará para siempre, porque en su transcurso, se dará cuenta que ha dejado de ver las cosas con lso ojos de un niño para empezar a ser adulto. Su vida dará un giro de ciento ochenta grados cuando entre a trabajar a las órdenes de su tío en una fábrica de aire acondicionado. Allí descubrirá el amor, la madurez, el erotismo y a los osos.
Un año después del éxito cosechado con Peluche, y de coquetear con el género del relato en El último baile, Juan Ernesto Artuñedo vuelve al ataque con la primera parte de la trilogía. Cazador supone el punto de partida ocho años atrás en la vida de su protagonista. El inicio de la aventura osezna, erótica y autobiográfica que tanto nos divirtió con la primera novela. Si en Peluche nos mostraba un Lucas experto en las artes amatorias, aquí descubrimos la ternura de un adolescente que observa y estudia su entorno para aprender a sobrevivir en él, como si de un cazador se tratara.
El autor, escondida bajo unos diálogos dignos del mejor guión de cine, nos muestra la verdad de las cosas y otros posibles puntos de vista. Menos erótica que la anterior pero sí mucho más sutil y sensual.
Lucas es un joven curioso, intrépido y algo decidido, aunque quizá él todavía no lo sepa. Está a punto de vivir el verano que lo marcará para siempre, porque en su transcurso, se dará cuenta que ha dejado de ver las cosas con lso ojos de un niño para empezar a ser adulto. Su vida dará un giro de ciento ochenta grados cuando entre a trabajar a las órdenes de su tío en una fábrica de aire acondicionado. Allí descubrirá el amor, la madurez, el erotismo y a los osos.
Un año después del éxito cosechado con Peluche, y de coquetear con el género del relato en El último baile, Juan Ernesto Artuñedo vuelve al ataque con la primera parte de la trilogía. Cazador supone el punto de partida ocho años atrás en la vida de su protagonista. El inicio de la aventura osezna, erótica y autobiográfica que tanto nos divirtió con la primera novela. Si en Peluche nos mostraba un Lucas experto en las artes amatorias, aquí descubrimos la ternura de un adolescente que observa y estudia su entorno para aprender a sobrevivir en él, como si de un cazador se tratara.
El autor, escondida bajo unos diálogos dignos del mejor guión de cine, nos muestra la verdad de las cosas y otros posibles puntos de vista. Menos erótica que la anterior pero sí mucho más sutil y sensual.