En la poesía de María García Zambrano hay una correspondencia entre las palabras y el sentir que en muchos versos alcanza a ser exacta, luminosa. Esto ocurre cada vez que el cuerpo entero de quien lee se estremece, se conmueve porque siente que esas palabras han tocado la médula del ser y se han convertido en mediación entre la vastedad del mundo y su diminuta fragilidad: Un instante de luz / la Mirla ríe / ese don en sus alas. ¿Se puede hablar de alegría sin obviar el dolor, el peso del vivir? María García Zambrano lo hace en este libro, en el que ofrece tres pasos de danza que invitan a seguirla en su movimiento: Preludio, los Diarios, donde muestra un camino para abandonar el discurso puramente racional: La alegría son estas misteriosas alas / y la paciencia con que sonríes / a las desconocidas. Y la Coda, un poema a dos voces entrelazado con las enseñanzas de su maestro, el filósofo budista y poeta japonés Daisaku Ikeda, dedicado a quienes comprenden que vivir es abismarse con humildad en el ser. El secreto de la ligereza: Vuela Mirla hacia lo alto.